sábado, 30 de julio de 2011

GUAYAQUIL

Dentro de lo que cabe, comenzar el viaje largo de las vacaciones en el Talgo es una opción bastante llevadera, Sara las maletas y yo nos acomodamos en el. Llega a Madrid dentro del horario previsto, allí nos espera Marisa, será la encargada de acogernos por una noche, nos lleva a cenar a un nuevo restaurante, cerca del Santiago Bernabeu, con 30 € picamos y bebimos los tres, quedamos satisfechos, el restaurante para más señas se llama Zamburiña, el hijo de Marisa está muy orgulloso de él.

            Después de los trámites del aeropuerto, pasar por ventanilla, conseguir asiento, facturar maletas, pasar por el escáner, quitándonos el cinto, sacando los objetos metálicos de los bolsillos espera en la sala de embarque, partimos rumbo a Guayaquil, llegamos dentro del horario previsto y…diferencia horaria de 7 horas de retraso.

            No podemos resistir un pequeño paseo por el Malecón, pero la falta de dormir nos envía a la cama apenas pasada las siete de la tarde.

            La mañana del día ocho nos reserva un desayuno bastante bueno, diversos platos calientes de la tierra a demás de los consabidos huevos, café con leche tostadas….

            Después del desayuno nos acercamos por la plaza de las iguanas es la hora de que coman, somos muchos los que andamos por la plaza, mirando y a veces toqueteando a la iguanas, ni se asustan ni huyen, sesión de fotos. Nos aconsejan que miremos a lo alto pues a demás de comer las iguanas a esas horas también hacen sus necesidades.

             Esta pequeña plaza comparte espacio con las tortugas bastantes decenas por cierto, me prometo a mi mismo que cuando vuelva a guayaquil después de pasar por galápagos volveré.

            Nos concienciamos de que esta ciudad es bastante insegura y seguimos las recomendaciones de apenas salir del malecón, paseo seguro y agradable, tiene todo lo que se puede desear: paseo bien cuidado a orillas del guayas, centros comerciales, lugares de recreo para críos y no tan críos, patios de comida, pequeño zoológico y un tren de ruedas de goma para pasearte.

           Al final del malecón hacia el norte se encuentra el cerro de Santa Ana, habilitado para turistas, en lo alto y después de subir 444 escalones, (cada escalón con su número marcado), se encuentra una pequeña iglesia, un pequeño museo marino y sobre todo un tipo de árbol que a mí en Ceuta me trae a mal traer, es el que se encuentra en el parque al final de la Ave de África y en el paseo de las Palmeras, que  tiene pinchos tanto en el tronco como en las ramas su nombre, por fin, es CEIBO. 

           Al volver nos escolta un trecho un policía armado con rifle y pistola, dando aviso por el walki-talki  a otro que se encontraba en la zona de abajo, con el siguiente aviso: “americanos, cámara en mano se dirigen para allá”, días después nos dijo un taxista que este cerro, quitado la zona de escaleras, era bastante peligroso, en cualquier caso yo no lo percibí.



            Para saber lo que es un político populista hay que darse una vuelta por esta ciudad, o fijarse en la dirección de la mano del apuesto personaje que se apoya en un coche oficial de Guayaquil.
Bueno por hoy es bastante. Seguiré contando de Guayaquil.